MENORCA EN KAYAK 360º. VALIÓ LA PENA
MI ÚLTIMA REFLEXIÓN
Emprendí ese reto en un momento vital en el que necesitaba cambiar ciertas cosas en mi vida, hacía apenas un año que había vuelto de China, donde pasé cuatro años, y ya era momento de dejar cosas atrás que desde hacía tiempo me atormentaban, había llegado el momento de empezar a crear esa vida con la que tanto soñaba, de la que tanto hablaba. Sentía que había llegado el momento para dedicar toda mi energía y habilidades a la creación de algo absolutamente nuevo, nuevo en esencia, no una continuación modificada de lo viejo.
Me invadía una sensación de haber pospuesto demasiado tiempo cosas con las que siempre había soñado, y el sexto día del reto mientras remaba, reflexionaba sobre la fugacidad de la vida. ¿Por qué pensamos que tenemos tiempo? Ese es un grandísimo problema. La humanidad existe desde hace más de diez mil años y nosotros apenas vivimos 80… no es que el tiempo pase muy rápido, ¡sino que apenas tenemos tiempo! ¿Cómo podemos entonces posponer aquello que soñamos hacer?.
Durante las largas horas de remo, recuerdo pensar en las conversaciones con mi abuela, con quien sentía una conexión muy especial, tenía 92 años en aquél momento y un día le pregunté si la vida le había pasado rápido. Me dijo que sí, con una gran exclamación, no se podía creer que hubieran pasado tantos años ya… tenía la sensación de haber sido joven apenas unos años atrás, decía pensativa.
La misma pregunta le hice a mi padre, y a pesar de tener 40 años menos que mi abuela, la respuesta fue idéntica. Yo sentía lo mismo, tenía 28 años y me parecía increíble, hacía nada tenía 18…
Eso me hizo pensar en el error tan grande que supone posponer, porque marchemos cuando marchemos, tendremos la sensación de que todo esto ha sido un suspiro, y a partir de entonces empecé a sentir una urgencia tremenda por vivir la vida que quería, sin importar lo incoherente que para otros pudiera parecer hacer ciertas cosas, sin dejarme influenciar por los límites y los miedos de los demás, y siendo consciente de aquellas limitaciones y miedos que también surgen en mi mente.
Tras completar aquel primer reto y ser consciente de cuántas cosas había removido el sentirme fuera de mi zona de confort con un deporte que jamás antes había probado, pensé que no podía dejarlo ahí, que debía continuar haciendo eso, plantearme retos siempre nuevos, cambiantes, ya fueran en bici, en coche, a pie, en tuktuk, etc. Las aventuras son vivencias que aportan sabiduría, son oportunidades para conocer un mundo nuevo, para que ocurran cosas, para aprender de las personas y sentir la conexión con la naturaleza y la tierra donde vivimos. A partir de ahora, no pospongo, solo actúo.