Día 5: La Magia de la Improvisación
Kalaat-M’Gouma – Aït Hammou (63,9km +791m)
El quinto día de travesía amaneció con un plan claro: seguir nuestro camino evitando las Gorges de Dades. Aunque habíamos escuchado maravillas sobre este lugar, no queríamos perder dos días en un desvío. Sin embargo, el destino, como suele hacer, tenía otros planes para nosotros.
Justo en el desvío hacia las Gorges, nos encontramos con un café que parecía sacado de un cuento. Un rincón tranquilo, con vistas panorámicas y un aroma a café recién hecho que nos invitó a sentarnos. Mientras disfrutábamos de nuestra pausa, el paisaje y la atmósfera del lugar nos envolvieron de tal manera que, sin decirlo, ambos supimos que debíamos cambiar nuestros planes. Las Gorges de Dades nos estaban llamando.
Y esto es lo que la ruta hasta allí nos regaló:
Gorges de Dades
Las Gorges de Dades, esculpidas por el río Dades a lo largo de millones de años, son un espectáculo natural impresionante. Sus paredes rocosas, que en algunos puntos alcanzan alturas vertiginosas, se tiñen de tonos rojizos y anaranjados, creando un contraste mágico con el cielo azul. Pero más allá de su belleza geológica, lo que realmente nos cautivó fue la oportunidad de adentrarnos en zonas rurales, alejadas de las rutas turísticas habituales. Fue una inmersión en la auténtica Marruecos, donde la vida sigue un ritmo diferente y las tradiciones se mantienen vivas.
Ese día y el siguiente, nos regalaron momentos que quedarán grabados en nuestra memoria para siempre. Desde niños jugando en las calles de pequeños pueblos, hasta ancianos contándonos historias de generaciones pasadas. Fueron días de conexión, de descubrimiento y de maravillarnos con la simplicidad y riqueza de la vida cotidiana.
Al mirar atrás, me doy cuenta de que son precisamente esas decisiones inesperadas, esos cambios de rumbo impulsivos, los que convierten un viaje en una aventura inolvidable. Porque, al final del día, no es el destino lo que importa, sino el camino y las historias que recogemos en él.
Noche en Aubergue Gorges de Dades: Encuentros Inolvidables
La tarde avanzaba y con ella, el cielo comenzaba a oscurecerse, presagiando una tormenta. A medida que nos alejábamos de las zonas más turísticas, la tarea de encontrar un alojamiento se volvía cada vez más complicada. Aunque Google Maps nos señalaba varios lugares, muchos de ellos resultaron ser espejismos digitales que no existían en la realidad.
Cansados y con la preocupación de encontrar refugio antes de que la tormenta nos alcanzara, tomamos la difícil decisión de retroceder unos 10 km hasta el último alojamiento que habíamos avistado. Después de un día tan extenso, esos kilómetros extra se sentían como una eternidad.
Finalmente, llegamos al Aubergue Gorges de Dades, un lugar sencillo pero acogedor. Moha, el propietario, nos recibió con una sonrisa amable y genuina. A pesar de la simplicidad del lugar, había algo en él que nos hizo sentir inmediatamente en casa. Tal vez fue el calor de su hospitalidad o la forma en que nos preparó una cena sencilla pero deliciosa, hecha con cariño.
Mientras cenábamos, Moha se unió a nosotros, compartiendo historias y risas alrededor de una taza de té. Aquella noche, más que un simple propietario de hotel, Moha se convirtió en un amigo.
A la mañana siguiente, la escena se repitió con el desayuno. Antes de partir, decidí dejarle algunas cosas que no había utilizado durante el viaje, como el gas para cocinar, una pequeña mochila y algo de comida. Moha, con su sonrisa característica, aceptó los regalos con gratitud.
Al dejar el Aubergue Gorges de Dades, me di cuenta de que, a veces, los lugares más sencillos y las personas más humildes son las que dejan las huellas más profundas en nuestros corazones. Aquella noche, en medio de las montañas de Marruecos, encontramos no solo un refugio contra la tormenta, sino también una conexión humana que recordaríamos por siempre.