Bikepacking: Una ruta por Suiza, Austria, Croacia y Hungría: Parte 2

La siguiente parte del viaje empezó para mi en Berna, donde Laura y yo nos separamos. Empezaba entonces un viaje en solitario que fue cambiando dia a dia y me hacía reflexionar sobre los planes y los cambios de planes.

De Berna a Lucerna

El Pragelpass

Una vez dejada atrás Lucerna, recorrí durante horas el espectacular lago de Lucerna, conocido como «el lago de los cuatro cantones» o Vierwaldstättersee en alemán.

Los pueblecitos alrededor del lago son preciosos y recorrerlos en bici era una muy buena forma de descubrir esa nueva zona.

Llegué por fin a Moutathal, donde empieza el ascenso al Pragelpass. Durísimo.

A medida que ascendía el cielo se iba cubriendo de nubes, cosa que agradecí durante las dos horas que duró la subida del puerto. Una vez arriba empezó a refrescar cada vez más a la vez que el cielo se seguía tapando. Poco después entendí que me iba a mojar. Demasiada suerte había tenido en los 10 días de viaje, este momento iba a llegar tarde o temprano – pensé.

La bajada fue divertisísima y ademá preciosa. Esa sensación de habertela ganado despúes de superar el puerto. Empezó a chispear pero yo segúia excitado como un niño pequeño hasta que poco después reaccioné y paré a ponerme almnenos un cortavientos. El pantalón impermeable estaba tan al fondo de la mochila que lo dí por perdido en aquel momento. Algo que me sirvió de lección.

Lección 1: mirar el tiempo – al menos de día – especialmente si vas a cruzar un puerto de montaña.

Lo que me lleva a la lección 2. Saber si ese día vas a subir algún puerto de montaña. En eso también debería mejorar. Quizás?

Antes de empezar el viaje no tenía ni idea de por donde iba a ir la ruta, día a día iba descibriendo el lugar, preguntando y mirando el mapa. Creo que algo que se me da bien es adaptarme. No me importa que hayan iprevistos, tal y como se presentan les doy la bienvenida.

Es también verdad que a algunos de ellos les doy la bienvenida a regañadientes, pero como no queda otra, los acabo aceptando cada vez más rápido. Me gusta en realidad esa espontaneidad.

Volviendo a la ruta, a medida que descendía, especielmente después del lago Klöntarlersee, empezó a diluviar. Al llegar a Glarus, me paré en el primer portal de un pequeño edificio y estba decidido a pasar ahí la noche, pero eran toavía las 6 de la tarde…

Retomé el mapa y valororé diferentes opciones. Los hoteles rondaban los 200 euros. Descartado.

Mientras cenaba una de esasa hamburguesas gigantes que me había ganado decidí que iba a intentar dormir en el parque de niños que tenía justo delante de mí. Esperarí a las 23h que cerraban y cuando todos se fueran me metería ahí.

Era buen plan, pero poco realista. Eran las 19h de la tarde y sabía que no aguantaría hasta las 23h. A las 21h me fui hacia la habitación improvisda, me metí en el saco de la segunda planta y de vez en cuando iba comprobando que no me vieran. El momento de más tensión fue a medianoche cuando cerraron el local. Si me veían me tendría que ir, y aunque no era fácil verme a mi allí arriba estirado en el suelo, la bici no estaba demasiado escondida que digamos…

Pero todo fue bien. Amanecí a las 6 de la mañana con el ruido de los coches y me puse en marcha. Próxima parada, Liechenstein.

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