Cartas desde el Artico #1
Un diario personal, cartas a los míos y memorias desde el Ártico.
Las islas Lofoten, al norte de Noruega ha sido el lugar elegido para volver a empezar, para dejar ir lo viejo, lo acumulado y con la inocencia y el entusiasmo de un niño pequeño seguir jugando, seguir probando, seguir soñando.
Cuando miro atrás y pienso en todo lo que me ha traído hasta aquí siento una mezcla de entusiasmo y miedo a la vez.
Entusiasmado y agradecido por esta nueva oportunidad, por poder elegir constantemente, porque soy libre de hacer aquello que siento, de dejarme llevar por un camino que se va dibujando a sí mismo con la tinta de conversaciones espontáneas, personas y experiencias nacidas de la creatividad y los sueños de otros que iluminan y hacen a la vez de guía para uno mismo.
Una mirada atrás
Pasé cuatro años en China, estudiando el idioma y viajando, dos de las cosas que más disfruto haciendo y allí hacia las dos a niveles extraordinarios. Estudié una carrera junto a estudiantes chinos, el primer europeo en aquella la universidad en aventurarse en semejante periplo. Y viajé mucho, de norte a sur y de este a oeste, dentro y fuera de China, pero acabé regresando a Barcelona, quizás sin ser muy consciente de lo que eso representaba, pero esa fue mi elección y la tomé muy conscientemente.
Pero en ocasiones me aferro a aquellos días y me lamento de haber acabado aquella aventura de forma inesperada.
Aún así volver a casa fue mágico y pronto surgieron nuevos proyectos, como el Mongol Rally, el autobús Mercedes Vario que compré y camperizé para vivir en él y conocer a una persona extraordinaria con quien tengo la suerte de compartir cada aventura de mi vida.
Pero los miedos y las dudas siempre están ahí. Antes de seguir y para que sea coherente lo que digo, hay algo que me gustaría compartir, y aunque solo lo he compartido con las personas más cercanas, expresarlo aquí es buen ejercicio para abrirme, algo que a menudo no me resulta fácil.
Desde hace más de diez años soy practicante de Vipassana, una técnica de meditación de valor incalculable y más de 2000 años de antigüedad, redescubierta por el Buddha, Siddhartha Gautama y su característica esencial es permitirte ver la realidad tal y como es, sin las distorsiones de la mente.
Eso hace a uno muy consciente de los patrones de pensamiento, de las tendencias positivas y negativas de la mente entre muchísimas otras cosas.
Cuando uno está atento es fácil detectar que es la mente quién está detrás de esos miedos que tan a menudo surgen y que con tanta facilidad tan te arrastran y condicionan.
Volviendo a lo que nos ocupa, los miedos, me asaltan en ocasiones y me hacen dudar y replantearme todos mis pilares. Siento que es la mismísima batalla de Kuruksetra entre Arjuna y Duryodhana en mi propia mente.
El miedo a no llegar a ser, a lo desconocido, al qué dirán, al no cumplir las expectativas de nuestros mayores, no ser feliz, a estar solo… miedos y más miedos que paralizan y oprimen.
Estar en Noruega es mi forma de vencer esos miedos que en ocasiones surgen y me desestabilizan aunque sin llegar a derrumbarme. Es un nuevo terreno de juego, un laboratorio, un espacio para descubrir y encarar el siguiente paso que puede estar aquí mismo o muy lejos de Noruega, con el paso de las semanas el camino se irá dibujando a sí mismo, de eso no me cabe duda.
Esta es mi forma de seguir luchando, la forma de expresarse de mi niño interior y aunque no sé hacia dónde voy, sé que es el camino correcto porque estoy donde quiero estar haciendo lo que siento que debo hacer y eso hace que me sienta muy vivo, muy presente, muy feliz.
Bienvenidos a mi Diario Årtico.